Tú no diriges la revolución, la revolución te dirige a ti
"La propuesta de un bloguero reaccionario de escoger un monarca para gobernar el país parecía una broma. Ahora la derecha está lista para doblegarse”
- Yascha Mounk escribe con la percha de los ataques del Gobierno estadounidense a Harvard y deja una idea del siempre brillante Ivan Krastev uno de los pocos analistas a los que de verdad se les puede llamar pensadores. “La mejor manera de entender la administración de Donald Trump, me dijo Krastev hace un mes, es como un "gobierno revolucionario con forma de corte imperial". Y lo más importante de los gobiernos revolucionarios es que desarrollan rápidamente una dinámica propia e imparable, en la que la lógica de los acontecimientos empuja a sus creadores a acciones cada vez más radicales que tal vez no hubieran previsto hace unos meses o semanas. "Tú no diriges la revolución", dice Krastev con su inimitable lucidez, "la revolución te dirige a ti".
- Be a Patrior. Fleeing America before you are threatened is a lot like obeying in advance. Ya que salía la referencia en la presentación de ayer, esto es oportuno. George Packer autor de Unwinding, un libro extraordinario e imprescindible para entender la crisis norteamericana y los orígenes del trumpismo antes de Trump, critica en The New Yorker a Timothy Snyder por dejar Yale e irse a Canadá, usando una de las consignas más célebres del propio Snyder en su libro Sobre la tiranía. "No obedecerás por adelantado". Dice que se ha sentido "traicionado" por él, su mujer y otro filósofo, todos de la misma universidad, que han optado por mudarse a Toronto.
- El columnista conservador David Brooks en The Atlantic. I Should Have Seen This Coming. "When I joined the conservative movement in the 1980s, there were two types of people: those who cared earnestly about ideas, and those who wanted only to shock the left. The reactionary fringe has won".
-Pero si de verdad quieren disfrutar, alucinar e indignarse, no sé si a partes iguales, la historia de esta semana es sin duda el larguísimo perfil que Ava Kofman publica en The New Yorker: La conspiración de Curtis Yarvin contra Estados Unidos. “La propuesta del bloguero reaccionario de un monarca para gobernar el país parecía una broma. Ahora la derecha está lista para doblegarse”.
A estas alturas seguro que han oído hablar de Yarvin, un oscuro bloguero cincuentón que hizo algo de dinero con la tecnología hace unas décadas y se dedicó principalmente a escribir desde casa, logrando un ejército de seguidores entusiastas, entre los que destacan el vicepresidente JD Vance y el multimillonario Peter Thiel. Las ideas de Yarvin no tienen ni pies ni cabeza. Disfraza una pulsión dictatorial, casi totalitaria, y abiertamente racista, de rebelión conservadora, monárquica, jacobita. Dice que el mundo debería estar dividido en ciudades estado dirigidas por un consejero delegado casi onmipotente. Es una fantasía infantil sobre la sociedad, la política, el poder y las instituciones que causa bochorno.
El perfil muestra a una persona inestable, irascible, agresiva en todos los debates. Con muchas lecturas aleatorias, un ego descomunal y una incapacidad de escuchar notable. También alguien que se pone a llorar de repente, necesita desesperadamente atención y no puede dejar de presumir de sus amigos importantes. “Brun said that Yarvin reminded him of the long-winded character in “Airplane!” who talks so incessantly that it drives his seatmates to kill themselves”.
El artículo, en más completo sobre él (la periodista ha viajado por el mundo junto a él, hablado con su familia, ex novias, amigos, lectores) deja claro que por muy absurdo que parezca todo, de lo débil de los argumentos, tiene una legión de fans y simpatizantes. Que ahora están en el poder y dispuestos a seguir a un monarca absolutista.