Emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnología de Dioses
Los humanos no estamos muy bien diseñados para tomar decisiones de vida o muerte en cuestión de segundos. Por desgracia, tampoco en cuestión de décadas.
El director de The Atlantic, Jeffreey Goldberg (el periodista al que la administración Trump metió sin querer en un grupo de Signal anticipando los ataques a Yemen) escribe en su revista sobre cómo Humanity Is Playing Nuclear Roulette: The contours of World War III are visible in the conflicts between Russia and Ukraine, India and Pakistan, and now Israel and Iran.
Arranca Goldberg recordando cómo durante la Crisis de los Misiles de Cuba, un Fidel Castro de 36 año pidió a Kruschev que aniquilara Estados Unidos. Y cómo décadas después, con la misma ideología pero más experiencia, le reconoció que no había sido un buen instinto: “Después de haber visto lo que he visto y sabiendo lo que sé ahora, no habría valido la pena”, admitió.
El periodista tira de una célebre frase de E.O.Wilson para decir que los humanos no estamos muy bien diseñados para tomar decisiones de vida o muerte en cuestión de segundos, o de minutos. Y esa locura exactamente es la que hace que si un presidente de Estados Unidos es despertado en mitad de la noche en una situación de crisis fatal, tenga apenas cinco o seis minutos, mientras se espabila, para decidir si lanza un ataque nuclear que seguramente destruya la tierra. “Tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnología de Dioses”, escribió el sociobiológo.
Esto, con alguien como Trump en la Casa Blanca, da todavía más miedo: “the only way to survive Russian roulette is to stop playing”.
- Enrique Mora, hasta hace unos meses director político del Servicio de Acción Exterior de la UE, ha pasado la mitad de los últimos años subido a un avión para negociar con Irán. Pocos tienen una idea más clara de todo el debate sobre el programa nuclear. Su artículo en Política Exterior es lectura esencial: El día que nació un Irán nuclear.
“Todos los que hemos participado en la negociación nuclear con Irán hemos sido conscientes de una realidad. Se podían establecer límites cuantitativos: cuántas centrifugadoras, cuánto uranio enriquecido, hasta qué porcentaje se podía enriquecer, volviendo atrás en lo que Irán hubiera hecho en los últimos años. Pero en lo que no se podía volver atrás era en el conocimiento adquirido por los científicos e ingenieros nucleares iraníes (frecuente objeto de asesinatos selectivos israelíes). Esta verdad era más dolorosamente cierta para los que negociamos del año 2021 al 2022 (y otra vez en 2024 con el nuevo gobierno iraní), que para los que lo hicieron entre el 2013 y 2015. Y mucho más que para los que empezaron la negociación en el 2005.
Los ingenieros iraníes dominan ya el ciclo completo del combustible nuclear. También han desarrollado misiles y vectores de lanzamiento con tecnología propia. Estas son dos de las tres condiciones necesarias para que un país pueda desarrollar un arma nuclear. La tercera, la llamada weaponization –la capacidad de miniaturizar y acoplar un dispositivo explosivo en una cabeza militar operativa–, no se ha desarrollado según los servicios de inteligencia norteamericanos (a Trump no le hace falta mentir como a Bush hijo). Pero no es obviamente una barrera técnica insalvable. Es cuestión de tiempo y de voluntad política.
Es en este punto donde el ataque del 21 de junio puede haber sido decisivo. Nunca Estados Unidos había atacado directamente suelo iraní. Este ataque sin precedentes ha mostrado, por segunda vez, al régimen islámico que la diplomacia nuclear es reversible, frágil y vulnerable a los cambios de gobierno en Washington. No habrá una tercera.
- Robert Pape, profesor de la Universidad de Chicago, es una de las autoridades mundiales en ‘air power’, al menos desde que publicó hace casi 30 años Bombing to Win: Air Power and Coercion in War. La tesis de aquel libro, muy influyente en las décadas posteriores, se podría simplificar diciendo que los bombardeos tienen límites muy claros para lograr ciertos objetivos. La idea de lo que se conoce como ‘denial’, una forma de coerción que utiliza medios militares para impedir que el adversario logre sus objetivos políticos o territoriales, va de la mano de la de “coerción”, que son “los esfuerzos por cambiar el comportamiento de un Estado manipulando los costos y los beneficios, preferiblemente antes de una victoria decisiva”. Los recursos militares pueden detener al enemigo, pero los bombarderos no son quizás la mejor forma.
En el número de junio de Foreign Affairs, Pape tiene un artículo muy interesante: Israel’s Futile Air War. Precision Strikes Will Not Destroy Iran’s Nuclear Program—or Its Government. En ella, incide en esa idea diciendo que por muy exitosos que sean los ataques aéreos de Israel, y está claro que lo han sido, no bastan para tubar un régimen. Y si se apoyan sólo en ellos, puede volverse en contra.
“El poder aéreo, por muy específico e intenso que sea, no garantiza el desmantelamiento completo del programa nuclear iraní, ni allanará el camino para un cambio de régimen en Teherán. De hecho, si la historia sirve de indicio, la excesiva confianza de Israel en el potencial de sus armas tecnológicamente avanzadas probablemente endurecerá la determinación de Irán y producirá el resultado contrario al previsto: un Irán más peligroso, ahora con armas nucleares. Sin una invasión terrestre (muy improbable) o el apoyo directo de Estados Unidos (que la administración Trump podría dudar en brindar), los éxitos militares de Israel en Irán y otros lugares podrían ser efímeros”, afirma.
El artículo se envió antes del ataque estadounidense, así que muchos de los hipotéticos quedan obsoletos. Pero no el fondo. Al revés, es justo el tema político de la semana en Washington. con Trump y su secretario de Defensa en modo histérico protestando contra todo el que se atreva a cuestionar que las instalaciones nucleares han sido aniquiladas y el programa iraní desmantelado. “This lack of knowledge means that Israel—even with the United States’ help—would never be confident that Iran no longer has a path to the bomb. Concerns about Iran nuclearizing in secret would fester, mirroring the fears that drove the United States in 2003 to launch a ground war to conquer Iraq in search of nonexistent weapons of mass destruction”, avisa el profesor.
“Airpower, even when paired with intelligence networks, has never toppled a government. Since the dawn of strategic bombing doctrines in World War I, early airpower theorists were captivated by the idea that, if organized correctly, bombing campaigns could encourage populations to revolt against their own governments. Since then, militaries have attempted a wide variety of schemes, including the intense bombing of cities to compel civilians to rise up and demand that their government make whatever concessions necessary to halt the assault. In over 40 instances of strategic bombing from World War I to the first Gulf War in 1991, such barrages, whether concentrated and heavy or light and dispersed, never compelled civilians to take to the streets in any meaningful numbers to oppose their governments”.
Michael hirsch, en el Magazine de Politico, analiza uno de los riesgos indirectos de los bombardeos norteamericanos en Irán. La operación, con los B2 volando ininterrumpidamente durante 36 horas, 125 aviones implicados, un submarino disparando, decenas de repostajes en el aire y sin que nadie se enterara o pudiera evitarlo, puede despertar el lado dormido de Donald Trump: The Temptation of Donald Trump Is About to Begin. Will the president stick with the “restrainers,” or will he give in to the impulse to use American military force again?
“Cada vez es más posible concretar lo que el vicepresidente de Trump, J.D. Vance, posiblemente el principal restrainer de la administración, denominó esta semana la Doctrina Trump. Es decir: "Articular un claro interés estadounidense" y lograrlo con una diplomacia agresiva respaldada por un poder militar abrumador, según Vance. Y "luego, largarse de allí antes de que se convierta en un conflicto prolongado".
-Esta columna de Thomas L Friedman de 1998, en los debates sobre la ampliación al este de la OTAN, con la crítica durísima de una figura clave para entender el siglo XX, la Guerra Fría y la estrategia de contención y disuasión: George F. Kennan, que sale todo el tiempo citado en esta newsletter. Kennan, of course, estaba en contra de la ampliación y decía que habría una respuesta Rusa over time.
- UCRANIA. En el último año, el servicio de seguridad estatal ruso, el temible FSB, ha volcado sus esfuerzos en los adolescentes ucranianos. A través de redes sociales como Telegram, TikTok y Discord les ofrecen cientos o incluso miles de dólares por realizar tareas sencillas: entregar un paquete, tomar una foto de una subestación eléctrica o pintar grafitis. Al principio no sabían quién pagaban, después estaban atrapados. Las autoridades ucranianas han acusado a más de 600 personas de intentar cometer incendios, actos terroristas o sabotajes. De ellas, aproximadamente una de cada cuatro eran menores de edad. Los adultos a menudo tenían antecedentes penales o de abuso de drogas, explica en un interesante reportaje Kim Barker en The New York Times: Ukraine Warns Teenagers the Enemy Is Inside Their Phones.